El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada. La quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría, ubica al TOC y enfermedades relacionadas con él en un capítulo independiente, rompiendo así con la tradición de incluirlo en el capítulo de los trastornos de ansiedad, como lo hacían las ediciones previas del DSM.
Los síntomas y la importancia que implica el TOC pueden presentarse a cualquier edad, pudiendo producir una importante discapacidad. La OMS lo incluyó entre las 10 primeras enfermedades más discapacitantes y entre las 5 enfermedades mentales más discapacitantes, con una prevalencia durante la vida del 2,3 %. Diversos estudios científicos demuestran que los pacientes que sufren un TOC tienen una calidad de vida muy baja, ya que esta condición puede ser mental y físicamente agotadora, y en sí misma ser causa de incapacidad laboral temporal o permanente. Las obsesiones comunes incluyen miedo a contaminarse, miedo de que la persona o los demás están en peligro, necesidad de mantener el orden y la exactitud y dudas excesivas. Las compulsiones más comunes que se realizan en respuesta ritualista a estas obsesiones incluyen lavarse las manos, contar, acumular y arreglar cosas.
Es característico que la persona que sufre un TOC sea reacia a revelar a los demás sus síntomas, por lo que resulta frecuente que acuda en busca de ayuda muchos años después de la aparición del problema, así como la presencia de cuadros de depresión concurrentes (de hecho, alrededor del 34 % de las personas con TOC sufren de depresión en el momento de diagnosticarles la enfermedad, mientras que el 66 % la sufrirá a lo largo de su vida).
En caso de detectarse alguno de los síntomas, es importante que la persona sea tratada por un psicólogo profesional especializado en el tratamiento psicológico de corte cognitivo y conductual, ya que el TOC sin tratar puede ser uno de los trastornos más irritantes y frustrantes.
Según la TCC, el problema de
la persona que padece TOC se basa en las interpretaciones de los pensamientos intrusivos u obsesiones. Esto es así ya que la persona que padece TOC considera que los pensamientos intrusivos son
normales, por lo tanto, gran parte del problema reside en la manera de interpretar que tiene el sujeto los pensamientos intrusivos. En este sentido, la persona piensa que estos pensamientos
intrusivos son indicadores de sentimientos premonitorios o inquietudes internas y que en consecuencia es la responsable de prevenirlo o erradicarlo. Por todo ello, este enfoque argumenta que el TOC
estaría compuesto por una parte comportamental y otra cognitiva. Por un lado, la parte comportamental haría referencia tanto a los rituales como a las conductas evitativas y, por otro lado, la parte
cognitiva haría referencia a una serie de cogniciones características (Dávila, 2014).
En consecuencia, el objetivo de la TCC se basaría en que la persona aprendiese, se concienciase e interiorizase que los pensamientos intrusivos no indican una necesidad de acción y que estos pueden
ignorarse. Para ello, sería necesario experimentar y reestructurar la cognición con el fin de dotar al sujeto de técnicas de aprendizaje y técnicas comportamentales (Dávila, 2014).
En este sentido, dentro de la TCC existen diversas técnicas que se pueden aplicar para el tratamiento de este trastorno. Aun así y según diversos autores (Dávila, 2014; Martin y Pear, 2008), las
técnicas con más eficacia y más evidencia empírica son la exposición y la prevención de respuesta (EPR) utilizadas conjuntamente. Es decir, se anima al cliente a que practique el comportamiento
conducente a la obsesión a la vez que se le impide llevar a cabo el comportamiento compulsivo. Además, autoras como Dávila (2014) destacan la necesidad de combinar lo anterior con técnicas
cognitivas, tales como: terapia cognitiva de Beck, terapia racional emotiva de Ellis, etc.
En cuanto a la eficacia
según Vallejo (2006), son muchos los meta-análisis que apoyan la eficacia de la EPR incluso tres años después de finalizar el tratamiento.
En referencia a la utilidad de la EPR un estudio de Steketee y Shapiro (1993; citado en Vallejo, 2006) concluye que la mejora del problema se sitúa entre el 40-75%. Una revisión más reciente
realizada por Martínez-González y Piqueras-Rodríguez en el año 2010, pone de manifiesto que la TCC produce mejoras en el 60-80% de los pacientes con TOC en un período reducido de cuatro semanas,
además, la mejora de los síntomas oscila entre el 50-80%. Asimismo, según esta misma revisión, la TCC ha mostrado la disminución de la actividad cerebral en ciertas áreas cerebrales: actividad
talámica, acción del caudado derecho y área orbitofrontal (Martínez-González y Piqueras-Rodríguez, 2010)
El tratamiento psicológico para el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) más respaldado por la evidencia y considerado de primera línea es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), y dentro de ella, una técnica específica llamada Exposición con Prevención de Respuesta (EPR).
Aquí te detallo en qué consiste y por qué es tan efectiva:
La EPR es el "estándar de oro" para el tratamiento del TOC y su eficacia ha sido demostrada en múltiples investigaciones. Se basa en los siguientes principios:
Exposición: El paciente es expuesto de forma gradual y controlada a las situaciones, pensamientos u objetos que desencadenan sus obsesiones y, por ende, su ansiedad. Esta exposición se realiza de forma jerárquica, comenzando por los disparadores que generan menos malestar y avanzando progresivamente hacia los más difíciles. Puede ser:
En vivo: Enfrentarse directamente a la situación temida (ej., tocar algo "contaminado").
Imaginaria: Visualizar escenarios que provocan ansiedad (ej., imaginarse que algo terrible sucede por no realizar una compulsión).
Prevención de Respuesta: Mientras el paciente se expone al estímulo temido, se le impide realizar sus compulsiones o rituales. La clave es que el paciente aprenda a tolerar la ansiedad y el malestar que surge de la obsesión sin recurrir a la compulsión.
¿Cómo funciona la EPR?
Habituación: Al exponerse repetidamente a los desencadenantes sin realizar la compulsión, la ansiedad disminuye gradualmente de forma natural. El cerebro aprende que el peligro temido no se materializa y que no es necesario realizar el ritual para sentirse seguro.
Reestructuración cognitiva: El paciente experimenta de primera mano que sus temores son infundados o exagerados, lo que ayuda a modificar las creencias distorsionadas que alimentan el TOC. Aprende que es capaz de manejar la ansiedad sin recurrir a los comportamientos compulsivos.
Romper el ciclo obsesivo-compulsivo: El TOC se perpetúa porque la compulsión proporciona un alivio temporal a la ansiedad, reforzando la idea de que el ritual es necesario. La EPR rompe este ciclo, enseñando al paciente que la ansiedad puede disminuir por sí sola y que no necesita la compulsión.
Además de la EPR, la TCC puede incorporar otros elementos:
Psicoeducación: Informar al paciente y a su familia sobre el TOC, sus mecanismos y el racional del tratamiento. Comprender la enfermedad ayuda a comprometerse con el plan de tratamiento.
Técnicas cognitivas: Ayudan a identificar y desafiar los patrones de pensamiento irracionales y distorsionados asociados con las obsesiones. Esto puede incluir el análisis de la probabilidad de que ocurra un evento temido, la búsqueda de evidencia a favor y en contra de las creencias obsesivas, etc.
Manejo del estrés y la ansiedad: Enseñar técnicas de relajación, respiración profunda, mindfulness, etc., para ayudar al paciente a gestionar el malestar durante el proceso de exposición.
Individualización del tratamiento: El tratamiento debe ser adaptado a las necesidades específicas de cada persona y a la naturaleza de sus obsesiones y compulsiones.
Duración del tratamiento: La TCC para el TOC suele ser un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, a menudo con sesiones regulares durante varios meses, e incluso puede necesitar un seguimiento a largo plazo para prevenir recaídas.
Combinación con medicación: En muchos casos, especialmente en TOC moderado o grave, la combinación de la TCC (EPR) con medicación (generalmente antidepresivos ISRS) ha demostrado ser la estrategia más eficaz.
Es fundamental buscar un profesional psicólogo especializado en TOC y en la aplicación de la TCC y la EPR para asegurar un tratamiento adecuado y efectivo. En nuestro centro somos especialistas en TOC.
TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO: COMPULSIONES COGNITIVAS.
Una de las dificultades del tratamiento psicológico del TOC es sin duda alguna el abordaje de las compulsiones de tipo cognitivo. En la mayoría de los casos de TOC las personas desarrollan compulsiones de tipo conductual (conductas repetitivas y/comprobatorias observables) y rituales como: lavarse las manos, abrir y cerrar puertas, girar la manilla del gas, acumular objetos....como respuesta neutralizadora a uno o varios pensamientos obsesivos más o menos complejos. En muchas ocasiones como respuesta neutralizadora ante el pensamiento obsesivo no se desarrolla una conducta observable sino otro pensamiento que se "opone" a la obsesión y cuya función es también la neutralización de la misma: por ejemplo en el TOC de tipo religioso la persona puede tener imágenes impías que le generan mucho sufrimiento por entrar en contradicción extrema con sus valores (ej: imaginar a la Virgen en una actitud erótica -obsesión-) y el "ritual neutralizador" (compulsión cognitiva) ser tener imágenes y/o pensamientos como besarle los pies, colocarle bien el manto, rezarle una oración, realizar distintas reverencias, etc.
En nuestro centro de psicología clínica somos especialistas en el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo.
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"No es normal saber lo que queremos. Es un extraño y difícil logro psicológico".
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