El trastorno de despersonalización/desrealización pertenece al espectro de los trastornos disociativos y consiste en esencia en desarrollar una serie de sentimientos persistentes o recurrentes de estar (sentirnos muy realmente) separados (disociados) de nuestro cuerpo o de los procesos mentales propios (nuestros pensamientos), frecuentemente y de forma asociada junto a un sentimiento de ser un observador ajeno (fuera de nosotros: despersonalización) de la propia vida o de estar separado del propio entorno (desrealización). A menudo se desencadena por un estrés intenso que se manteniene en el tiempo y no acaba de resolverse, aunque puede producirse por otras causas y para su diagnóstico es necesario que no exista otro problema o enfermedad mental y/o consumo de sustancias tóxicas. Dentro de las personas que lo padecen el nivel de sufrimiento y "miedo" -ansiedad- es muy alto, existiendo un menor número de personas que lo integran como síntoma de estrés normal y no se ven tan afectados en el normal desarrollo de su vida cotidiana.
Los síntomas de la despersonalización se basan en toda una serie de sensaciones y percepciones como las que se describen a continuación:
Todas estas sensaciones se pueden dar en un momento puntual (mientras sucede un evento traumático) o se pueden dar de manera que perduran en el tiempo (normalmente por un factor de presión o estrés agudo que no se resuelve y se alarga en el tiempo y es aquí es cuando hablaríamos del trastorno de despersonalización propiemente.
Cuando sufrimos de ansiedad, en ocasiones, también se sufre el síntoma de la despersonalización. No es que se confunda lo que es real con lo que no lo es como puede ocurrir, por ejemplo, en un trastorno psicótico. La persona puede distinguir la realidad, sin embargo, se siente extraña y ello potenciar aún más la ansiedad, pudiendo llegar a pensar que se está volviendo loca o perdiendo el control (que son por otra parte dos pensamientos catastrofistas anticipatorios propios de las personas que sufren trastornos de ansiedad).
|
|