El Trastorno adaptativo se diagnostica cuando una persona desarrolla síntomas emocionales o conductuales en respuesta a un factor estresante identificable (como un cambio de trabajo, un duelo, una mudanza, o problemas en las relaciones), y estos síntomas:
Aparecen dentro de los tres meses posteriores al inicio del factor estresante.
Provocan un malestar significativo que es desproporcionado a la gravedad del evento (considerando el contexto cultural).
Causan un deterioro en las áreas importantes de la vida, como el desempeño laboral, académico o social.
En esencia, es una dificultad para adaptarse o ajustarse a una nueva situación o circunstancia de la vida que se percibe como abrumadora o estresante.
El Trastorno Adaptativo no tiene un conjunto único de síntomas, sino que se clasifica en subtipos según la manifestación principal del malestar. Los síntomas suelen ser una mezcla de ansiedad y depresión, y pueden incluir:
Ánimo deprimido: Sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza, ganas de llorar o pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban.
Ansiedad o preocupación: Nerviosismo, tensión, inquietud, dificultad para concentrarse y preocupación constante por el factor estresante.
Irritabilidad: Sentimientos de ira, frustración desmedida o estallidos de cólera.
Problemas de sueño: Insomnio (dificultad para conciliar o mantener el sueño) o, en raras ocasiones, hipersomnia.
Aislamiento social: Evitar amigos, familiares o actividades grupales.
Deterioro del rendimiento: Dificultad para mantener el ritmo en el trabajo o en los estudios.
Comportamientos impulsivos (en adolescentes): Pueden incluir conducir de forma temeraria o iniciar peleas.
El diagnóstico se especifica con uno de los siguientes subtipos, dependiendo de cómo se manifiestan los síntomas:
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Subtipo:
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Manifestación principal:
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| Con estado de ánimo deprimido | Predominan la tristeza, el llanto y la desesperanza. |
| Con ansiedad | Predominan el nerviosismo, la preocupación y la tensión. |
| Mixto con ansiedad y estado de ánimo deprimido | Presenta una combinación de síntomas de tristeza y ansiedad. |
| Con alteración de la conducta | Se manifiesta principalmente con problemas de comportamiento (ej. faltar al trabajo, peleas). |
| Mixto con alteración de las emociones y la conducta | Hay una mezcla de síntomas emocionales (tristeza/ansiedad) y problemas de conducta. |
El tratamiento más común y efectivo para este trastorno suele ser la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), que ayuda a la persona a desarrollar mejores estrategias de afrontamiento y a reestructurar los pensamientos negativos asociados al evento estresante.
El Trastorno Adaptativo puede ser provocado por cualquier evento que requiera un ajuste emocional o conductual significativo. Estos factores se dividen generalmente en dos categorías:
Pérdidas: Muerte de un ser querido (duelo), pérdida de una mascota, o fin de una relación significativa (divorcio, ruptura).
Laborales o Económicos: Despido, jubilación, cambio de puesto de trabajo con mayor responsabilidad, o problemas económicos graves.
Geográficos: Mudanza a otra ciudad o país, o cambios en el entorno vital (ej. desastres naturales).
Salud: El diagnóstico de una enfermedad crónica o grave, tanto propia como de un familiar cercano.
Relaciones: Conflictos familiares intensos, acoso escolar o laboral (mobbing), o el nacimiento de un hijo (que implica un gran reajuste).
Conflicto crónico: Vivir en un ambiente familiar o de pareja con tensión constante.
Presión académica o laboral: Exigencias excesivas a largo plazo que superan la capacidad de afrontamiento del individuo.
Cuidado de un familiar enfermo: El estrés y el desgaste emocional asociado al rol de cuidador.
Nuestra especialización en Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) se enfoca en que el paciente adquiera herramientas concretas para superar el periodo de crisis y restablecer su equilibrio emocional. La TCC es ideal para el Trastorno Adaptativo porque se centra en el aquí y ahora y en la modificación de los patrones de pensamiento y acción desadaptativos.
Identificación de distorsiones: Ayudamos a identificar y desafiar los pensamientos negativos o catastróficos que la persona tiene sobre el evento estresante (ej. "Esto es insuperable," "No podré con esto").
Desarrollo de perspectivas realistas: Se trabaja para sustituir las creencias irracionales por pensamientos más equilibrados y adaptativos.
Regulación emocional: Se ayuda a la persona a comprender y aceptar sus emociones sin que estas la abrumen, aprendiendo a modular su intensidad.
Resolución de problemas: enseñamos técnicas estructuradas para abordar directamente el factor estresante, si es posible (ej. técnicas de gestión de tiempo, habilidades de comunicación).
Activación conductual: si el paciente sufre de ánimo deprimido, se fomenta la reincorporación gradual a actividades placenteras o que refuercen la sensación de logro.
Relajación y manejo de la ansiedad: se instruye en técnicas como la respiración diafragmática o la relajación muscular progresiva para manejar los síntomas físicos de la ansiedad.
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