 
            
        El duelo por la pérdida de un ser querido es un proceso adaptativo normal que sigue a la pérdida, donde se atraviesan distintos momentos, que encierra una cierta complejidad, implica dolor -como indica el término latino del que proviene ´´dolus´´-, y que dura un tiempo determinado -tiene un principio y un fin-
Aunque aquí estamos hablando del duelo por el fallecimiento de un ser querido, el concepto de duelo es utilizado y extrapolable para describir o explicar cualquier proceso que suponga la pérdida de algo importante en la vida de una persona (pérdida del amor, un trabajo, la salud, una ilusión que albergáramos,…) Y si te sientes desbordado/a por una situación de este tipo también podemos ayudarte en terapia.
No habría un tiempo estipulado para indicar la duración de un duelo, pero sí un tiempo razonable para superarlo, por lo que no podemos concretar exactamente cuánto puede llegar a durar (en el DSM-V se cataloga como normal hasta 2 años). Pero sí podríamos decir que el duelo finaliza cuando el dolor ha disminuido lo suficiente para cada persona.
La pérdida de un ser querido es uno de los mayores estresores que puede experimentar el ser humano (Homes y Rahe,1976), y sentir muchas e intensas emociones en el duelo es normal. Podemos sufrir: miedo, enfado, rabia, ansiedad, culpabilidad, … aunque quizá la emoción más habitual sea la tristeza, e incluso podemos vivenciarlas de una manera tan intensa que nos desconcierten, además también es normal tener pensamientos recurrentes, diferentes conductas,…
Pero el significado personal que tiene la pérdida para cada una de las personas que la sufren es distinto y hace que los procesos de duelo sean diferentes según el doliente, y además hay aspectos que pueden influir en el desarrollo del duelo como son: el tipo de relación que se tenía con el fallecido, el modo en que se produjo la muerte, la cultura a la que pertenezcamos, los recursos personales que tiene el doliente, el apoyo social y el percibido, las experiencia previas de duelo, etc.
FASES DEL DUELO / TAREAS DEL DUELO
Todos hemos oído hablar de que el duelo tiene unas fases por las que hemos de pasar cuando estamos inmersos en él. Quizá las más famosas sean las descritas en la Teoría de Kübler-Ross:
1.- Negación
2.- Enfado
3.- Depresión
4.- Negociación
5.- Aceptación
Y hay muchas más teorías como las expuestas por Bowlby & Parkes, Engel, Lindemann o Kaplan, entre otras, donde también se habla de distintas fases, estadios o etapas del duelo.
Todos estos autores/as entienden que todas las personas que están en duelo pasan, de alguna manera, por una serie de etapas o fases comunes en su proceso, lo que puede ayudar a comprender cómo es el proceso para los dolientes, qué les está pasando o en qué momento del duelo se encuentran.
Pero cuando hablamos de duelo, cuando profundizamos en la experiencia clínica y en la investigación en este campo, no podemos dejar de tener en cuenta algunas aportaciones muy importantes como son las de Robert Neimeyer y las de William Worden para realizar un buen trabajo de terapia y una buena práctica profesional con personas en duelo.
Robert Neimeyer es uno de los expertos más reconocidos en el Campo del Duelo. Y entiende el duelo como un trabajo donde el doliente ha de reconstruir un mundo entero de significados que se ha visto alterado por la pérdida. No habla de fases ni etapas, y le da una mayor importancia a todo lo que rodea a la persona en duelo por su influencia en su proceso. Y enfatiza que, como los matices de cada vida son únicos, “en el duelo existen generalidades pero no universalidades”, que ningún duelo es igual a otro.
William Worden, por su parte, es mundialmente conocido y una eminencia en la Psicología del Duelo. Una de sus importantes aportaciones es su concepción del doliente como agente activo dentro de su proceso, quien debe completar cuatro tareas para resolver su duelo (que pueden solaparse entre sí y no tienen por qué seguir el siguiente orden):
1.- Aceptar la muerte del ser querido (entendido desde una comprensión que va más allá de lo intelectual). Debemos integrar la parte racional y emocional de lo que nos ha sucedido.
Cuando nos quedamos bloqueados/as en esta tarea tendemos a distanciarnos de la vida, optamos por resignarnos, aguantarnos o posicionarnos en la negación de la realidad, no podemos salir del bucle de los “¿por qué ...?”, los procesos de pensamiento “¿y si…?” son recurrentes, podemos sufrir insomnio, mareos, dolores físicos, sensación de indefensión, de irrealidad….
2.- Elaborar las emociones relacionadas con la pérdida.
Debemos atrevernos a sentir, a gestionar nuestras emociones y a trabajar con su significado. Si no elaboramos las emociones que surgen en el duelo, el dolor queda bloqueado –desconexión- o se manifiesta a través de emociones complejas (culpa aplastante, angustia insoportable,…), físicamente o de forma patológica.
3.- Aprender a vivir en un mundo donde el fallecido ya no está presente.
En el duelo también tenemos que aprender a rehacer un camino, enfrentarnos a nuestra seguridad/inseguridad, a nuestro autoconcepto, al miedo,… Si no podemos empezar a recuperar las áreas de nuestra vida y encontrar otras nuevas, si priorizamos la añoranza, el recuerdo, si no nos reconocemos o no confiamos en nuestras capacidades, si optamos por aislarnos… no estaremos superando esta tarea, estaremos estancados.
4.- Recolocar emocionalmente al ser querido y seguir viviendo.
Esta tarea consiste en recuperar la ilusión y el sentido de la vida, reelaborando el vínculo con el fallecido, pero si no la trabajamos sobreviviremos en lugar de vivir, nos podemos quedar anclados en el proyecto vital que compartíamos con la persona que hemos perdido, y no podremos vivir el presente con miras al futuro.
DUELO GESTACIONAL, PERINATAL Y NEONATAL
En la mayoría de embarazos, el apego maternal y parental empieza mucho antes de nacer el bebé, y las mujeres y hombres durante ese tiempo van identificándose como madres y padres, por lo que tendríamos que tener en cuenta que su duelo es por la muerte de un hijo/a (independientemente de las semanas de gestación o días de vida), y el impacto emocional que supone esta situación es enorme por la relación de parentesco y el apego con el fallecido, entre otros.
A ello, se le suma que muchas personas vivencian este tipo de pérdidas como una muerte traumática por el modo en el que se produjo el fallecimiento, por las circunstancias que la rodearon, y por ser una pérdida súbita e inesperada, en la mayoría de ocasiones. Sin olvidar que, además, las circunstancias psicosociales que rodean este tipo de pérdidas, como son: el poco apoyo social recibido y/o percibido, el no poder hablar del hijo/a fallecido, la inexistencia de la despedida, funeral o rito de costumbre del doliente en muchas ocasiones, y la estigmatización social cuando se ha tenido que interrumpir un embarazo… invisibilizan este tipo de duelos y no ayudan a que se suceda un duelo sano.
Por otra parte, en el duelo por una muerte gestacional, perinatal o neonatal además de la pérdida real del bebé se le suman otras pérdidas para la madre y el padre o pareja que hace que se convierta muchas veces en un duelo múltiple. Entre estas pérdidas estarían: la plenitud de la pareja, representada por la espera y llegada de un hijo/a; la pérdida de todo un futuro familiar esperado y la del hijo/a proyectado; o en algunos casos, incluso la pérdida de la posibilidad de ser padres/madres por sus circunstancias particulares (edad de la madre, técnicas de fertilidad empleadas, secuelas,...), entre otras.
Y si bien, en un primer momento, cuando sucede la pérdida no podemos diagnosticar clínicamente si un duelo gestacional, neonatal o perinatal va a desencadenar o no en un duelo traumático o complicado, sí que debemos considerar que, en muchas de estas situaciones para algunas personas, se pueden dar factores predictores de un duelo complicado.
Si necesitas asesoramiento de cualquier tipo relacionado con tu pérdida también te podemos ayudar. Nuestra psicóloga, Rosa Ana Bonora, Vicepresidenta de NUBESMA Asociación de apoyo al duelo gestacional y neonatal de Valencia, puede resolver tus dudas y proporcionarte muchas herramientas para ayudarte en tu proceso de duelo.
Junto a NUBESMA estamos a tu lado para apoyarte y asesorarte.
¿NECESITO AYUDA PROFESIONAL?
Lo natural es que superemos las pérdidas de nuestros seres queridos sin ayuda de un/a psicólogo/a, pero en muchas ocasiones necesitamos un apoyo terapéutico en alguno de los momentos del proceso o para completar alguna tarea del duelo, y no por ello hemos de estar sufriendo un duelo complicado o patológico (según la Organización Mundial de la Salud –OMS- el 90% de las personas que experimentan la pérdida de un ser querido tendrán un duelo sano y el 10% atravesará un duelo complicado). Y en otras ocasiones, puede que tengamos un duelo complicado o patológico, o que nuestro duelo tenga componentes traumáticos, casos en los que sería muy aconsejable acudir a terapia. Llámanos, te podemos ayudar.
Si estás en un proceso de duelo y tras un tiempo no se van mitigando tus emociones en frecuencia e intensidad, o si por el contrario eres incapaz de expresarlas -anestesia emocional-; o si te sientes anclado en una emoción (culpa, dolor, miedo intenso,…); si tienes pesadillas, imágenes intrusivas, si te perturban o desbordan algunos pensamientos o conductas; si sientes que no puedes llevar una vida normal o estás perdiendo autonomía; si te sientes estancado o bloqueado en tu duelo, lo más probable es que necesites ayuda psicológica profesional. Te podemos ayudar, contacta con nosotros.
DUELO COMPLICADO.
El duelo es una respuesta natural y necesaria ante la pérdida de un ser querido. Sin embargo, en algunas ocasiones, el proceso de duelo puede volverse disfuncional y prolongarse, lo que se conoce como duelo complicado o duelo patológico.
El duelo complicado se caracteriza por un estado permanente de tristeza profunda y dolor intenso por la muerte de un ser querido, que no disminuye con el tiempo e incluso puede incrementarse, afectando significativamente la vida de quien lo padece en todos sus ámbitos: personal, familiar, social y laboral.
A diferencia del duelo normal, donde las emociones intensas tienden a atenuarse con el tiempo y la persona logra reinsertarse en sus actividades y relaciones, en el duelo complicado la aflicción persiste de manera intensa, persistente y debilitante, a menudo después de 6 a 12 meses (según los criterios diagnósticos, que pueden variar ligeramente entre el CIE-11 y el DSM-5TR).
Síntomas comunes del duelo complicado:
Factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo de un duelo complicado:
Complicaciones si no se trata:
El duelo complicado puede tener consecuencias graves para la salud física y mental, incluyendo:
El tratamiento del duelo complicado es fundamental y suele requerir intervención profesional. Las principales estrategias incluyen:
Psicoterapia: Es el pilar del tratamiento. Un tipo específico de psicoterapia, la terapia para el duelo complicado, es la más recomendada. Esta terapia es similar a las técnicas usadas para la depresión o el TEPT, pero adaptada a las particularidades del duelo. Otros enfoques que pueden ser útiles son:
Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): Ayuda a identificar y modificar patrones de pensamiento y conductas desadaptativas relacionadas con la pérdida, a gestionar emociones intensas y a desarrollar estrategias de afrontamiento más saludables.Apoyo Farmacológico: En algunos casos, el médico puede recetar medicamentos para tratar síntomas específicos como la depresión, la ansiedad o el insomnio, especialmente si son graves y dificultan la psicoterapia. Los antidepresivos pueden ser considerados. Es importante destacar que la medicación ayuda a manejar los síntomas, pero no sustituye el proceso terapéutico del duelo.
Autocuidado y estrategias de afrontamiento: Aunque no son un sustituto del tratamiento profesional, estas prácticas son complementarias y cruciales para el bienestar general:
Es fundamental buscar ayuda profesional si el duelo se siente abrumador, persiste por mucho tiempo o interfiere significativamente con la vida diaria. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden prevenir complicaciones graves y ayudar a la persona a transitar el dolor de la pérdida de una manera más saludable. En nuestro centro somos especialistas en el tratamiento del duelo complicado.
DUELO POR LA MUERTE DE NUESTRA MASCOTA.
La muerte de una mascota es una experiencia profundamente dolorosa y, afortunadamente, cada vez más reconocida como un duelo legítimo. El vínculo emocional que se establece con estos animales es tan fuerte que su pérdida puede generar consecuencias emocionales y psicológicas similares a las de la muerte de un ser querido humano.
El proceso de duelo por la muerte de una mascota sigue las etapas de un duelo convencional:
Negación: Puede manifestarse como incredulidad o shock, especialmente si la muerte fue repentina.
Ira: Sentimientos de frustración, resentimiento o incluso culpa hacia uno mismo, hacia el veterinario o hacia la vida en general.
Negociación: Pensamientos de "si hubiera hecho esto..." o "si hubiera sabido...", buscando una forma de revertir la situación.
Depresión: Una tristeza profunda, desesperanza, apatía y, a veces, una sensación de vacío.
Aceptación: Es la etapa final, donde se asimila la pérdida y se comienza a reintegrar la vida, honrando la memoria de la mascota.
No todas las personas pasan por estas etapas en el mismo orden o con la misma intensidad. El duelo es un camino personal y único.
La pérdida de una mascota puede desencadenar una serie de respuestas emocionales intensas:
Tristeza y dolor profundos: Es el sentimiento más obvio y generalizado.
Soledad: La ausencia de la mascota puede dejar un vacío enorme en la rutina diaria y en el hogar.
Culpabilidad: Muchos dueños se sienten culpables, cuestionando si pudieron haber hecho más o haber tomado decisiones diferentes, especialmente en casos de enfermedad o eutanasia.
Ansiedad: La pérdida de la rutina y la compañía puede generar ansiedad sobre el futuro.
Sentimiento de incomprensión: Una de las mayores dificultades es que la sociedad a menudo minimiza el dolor por la muerte de un animal, con frases como "solo era un perro" o "ya conseguirás otro". Esto puede hacer que la persona se sienta avergonzada o incomprendida, dificultando la expresión del dolor.
Dificultad para concentrarse o dormir: Los síntomas físicos del estrés y la tristeza pueden manifestarse de esta manera.
Superar la pérdida de una mascota requiere tiempo y autocompasión. Algunas estrategias que pueden ayudar incluyen:
Permitirse sentir: Es crucial validar las propias emociones y no juzgarlas. Llorar, enfadarse y sentirse triste son respuestas normales y saludables.
Hablar de ello: Compartir los sentimientos con amigos, familiares o grupos de apoyo que entiendan la magnitud de la pérdida.
Crear un ritual de despedida: Realizar un homenaje a la mascota puede ayudar a canalizar el dolor y honrar su memoria. Puede ser desde un funeral simbólico, plantar un árbol, crear un álbum de fotos o una urna.
Mantener la rutina: Dentro de lo posible, intentar seguir con las actividades diarias ayuda a recuperar una sensación de normalidad.
Cuidar de uno mismo: El estrés emocional puede afectar la salud física. Es importante mantener una buena alimentación, hacer ejercicio y descansar adecuadamente.
Evitar decisiones precipitadas: No es recomendable reemplazar a la mascota inmediatamente. Hay que darse tiempo para procesar el duelo antes de considerar la posibilidad de adoptar otro animal.
Si el dolor se vuelve insuperable, insoportable o los síntomas de depresión persisten, buscar ayuda profesional de un psicólogo especializado en duelo es una opción válida y cada vez más accesible.
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