TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN.
En general siempre se puede y se debe tratar una depresión. En ocasiones, especialmente en las depresiones de intensidad ligera o moderada, la sintomatología depresiva tenderá a desaparecer
con el tiempo sin tratamiento, pero se prolongará durante mucho más tiempo y se sufrirá innecesariamente.
Antes de plantearse el tratamiento hay que confirmar que se trata de una depresión y no de otra cosa. La presencia de síntomas que pueden asemejar a la depresión, como tristeza, cansancio,
ganas de llorar, nerviosismo, dificultad para dormir, etc. son habituales en situaciones de dificultad personal grave o mantenida, o en situaciones de pérdida o duelo.
SÍNTOMAS DE LA DEPRESIÓN:
No todas las personas con enfermedades depresivas padecen los mismos síntomas. La gravedad, frecuencia, y duración de los síntomas pueden variar según la persona. Básicamente los
síntomas de la depresión son:
- Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, o vacío.
- Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo.
-Sentimientos de culpa, inutilidad, y/o impotencia.
- Irritabilidad, inquietud.
- Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba, incluso las relaciones sexuales.
- Fatiga y falta de energía.
- Dificultad para concentrarse, recordar detalles, y para tomar decisiones.
- Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado.
- Comer excesivamente o pérder el apetito.
- Pensamientos suicidas o intentos de suicidio.
- Dolores y malestares persistentes, dolores de cabeza, cólicos, o problemas digestivos que no se alivian incluso con tratamiento.
Si reconoces y/o identificas en ti tres o más síntomas de los descritos anteriormente es posible que al menos sufras un principio de depresión (a falta de la realización de un diagnóstico fiable), con lo que sería recomendable que acudieses a un profesional cualificado para prevenir el desarrollo de una depresión más severa.
La terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser una alternativa más
eficaz y económica que los fármacos para el tratamiento de la depresión y, a diferencia del tratamiento farmacológico, no supone ningún riesgo para la
salud y no presenta ningún efecto secundario adverso
Además de reducir los síntomas de la depresión y mantener estos cambios terapéuticos a largo plazo, el tratamiento psicológico proporciona otros beneficios
en comparación con el tratamiento farmacológico, tales como una mayor adherencia al tratamiento, una disminución significativa del riesgo de
recaídas y una elevada tasa de recuperación (es decir, a diferencia de los fármacos, no deja ninguna "patología residual"), evitando la cronificación del
trastorno.
¿TOMAR PSICOFÁRMACOS ANTIDEPRESIVOS?
Los antidepresivos son sustancias psicoactivas y provocan que las personas se sientan "diferentes" tanto física como psicológicamente. Los viejos antidepresivos tricíclicos, como la amitriptilina, eran sustancias muy sedativas. Los efectos psicoactivos de los nuevos antidepresivos como la fluoxetina (Prozac), paroxetina (Seroxat o Paxil) y venlafaxina (Vandral, Effexor) son más sutiles, pero aun así son perceptibles. Estos psicofármacos hacen que las personas que los toman se sientan somnolientas y letárgicas la mayoría de las ocasiones. Además, reducen el deseo sexual y en algunas personas incluso provocan un estado de distanciamiento emocional o indiferencia. También muchas personas experimentan sensaciones desagradables de tensión o agitación.
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Se trata de ofrecer un soporte emocional , una herramienta para la prevención, la detección y la atención de personas con pensamientos o planes suicidas y también para sus familiares.
Formamos grupos de terapia y autoayuda para el tratamiento de la depresión.
DEPRESION ENDOGENA: trastorno depresivo mayor.
Hoy en día responde al nombre de depresión mayor o trastorno depresivo mayor y diagnosticarla es bastante complejo. En principio se trata de un tipo de depresión que se puede desarrollar además de por diversos factores (ej. factores de presión o estresantes que se mantienen a lo largo del tiempo), también por una una propensión genética.
Por otro lado, es habitual que se
desarrolle en relación a varios cambios biológicos que se van generando en el cerebro, como el descenso en la producción de
serotonina (neurotrasmisor relacionado directamente con el estado de ánimo). Algunos síntomas
característicos (en ocasiones difíciles de detectar) de la depresión mayor son los siguientes:
MITOS Y VERDADES SOBRE LA DEPRESIÓN.
La depresión es un trastorno de salud mental grave que afecta a millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, a su alrededor giran muchos mitos y falsas creencias que contribuyen al estigma y dificultan que quienes la padecen busquen ayuda. Aquí te presento algunos de los mitos y verdades más comunes sobre la depresión:
Mito: La depresión es solo tristeza o una debilidad de carácter.
Realidad: La depresión es una enfermedad médica real. Se cree que es causada por un desequilibrio de las sustancias químicas en el cerebro, y no tiene nada que ver con la fuerza de voluntad o la personalidad. No puedes simplemente "animarte" o "salir de ella" por tu cuenta.
Mito: La depresión solo le ocurre a las personas que han pasado por algo malo.
Realidad: Si bien un evento estresante o traumático puede desencadenarla, la depresión también puede surgir sin una razón aparente. Factores genéticos, hormonales, médicos o el uso de ciertas sustancias también pueden contribuir a su desarrollo.
Mito: La depresión es un problema solo de adultos.
Realidad: La depresión puede afectar a cualquier persona, sin importar su edad, etnia, sexo o clase social. De hecho, los niños y adolescentes también pueden sufrirla, y sus síntomas pueden manifestarse de manera diferente a los de los adultos.
Mito: Si no te ves triste, no tienes depresión.
Realidad: La depresión no siempre se manifiesta como tristeza o llanto constante. Las personas pueden experimentar otros síntomas como la pérdida de placer en actividades que antes disfrutaban (anhedonia), irritabilidad, fatiga, cambios en el apetito o el sueño, o sentimientos de desesperanza.
Mito: La depresión se cura por sí sola.
Realidad: Aunque algunas personas pueden superar la depresión por sí mismas, la mayoría necesita tratamiento. Sin ayuda profesional, la depresión puede durar meses o incluso años, empeorando la calidad de vida y aumentando el riesgo de suicidio.
Mito: Los medicamentos antidepresivos son la única solución.
Realidad: El tratamiento de la depresión es integral y a menudo combina la terapia psicológica (como la terapia cognitivo-conductual) con la medicación. La terapia ayuda a la persona a desarrollar estrategias para manejar los síntomas e incluso salir definitivamente de la depresión, mientras que los medicamentos pueden ayudar a corregir los desequilibrios químicos únicamente.
Mito: Hablar de la depresión la empeora.
Realidad: Hablar sobre la depresión con un profesional o con alguien de confianza que brinde apoyo sin juzgar, es un paso crucial para la recuperación. El aislamiento y la falta de comunicación, por el contrario, pueden agravar la enfermedad.
Verdad: La depresión es una enfermedad que tiene tratamiento.
Con el diagnóstico y el tratamiento adecuados, que pueden incluir terapia, medicamentos y cambios en el estilo de vida, la mayoría de las personas con depresión pueden recuperarse y volver a su rutina normal.
Verdad: Los hombres y las mujeres pueden experimentar la depresión de forma diferente.
Mientras que las mujeres a menudo reportan sentimientos de tristeza y pérdida de interés, los hombres pueden manifestar la depresión a través de la irritabilidad, el enojo, el abuso de alcohol o drogas y comportamientos de riesgo.
Verdad: El apoyo social es fundamental.
Contar con el apoyo de familiares y amigos es un factor muy importante en el proceso de recuperación.
Verdad: La depresión puede tener un impacto físico.
La depresión no solo afecta la mente, sino también el cuerpo. Puede causar síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas digestivos, fatiga crónica y otros dolores inexplicables.
Verdad: El suicidio es un riesgo real y serio asociado con la depresión.
En nuestra consulta somos especialistas en el tratamiento de la depresión.
Si alguien habla de suicidio o de querer hacerse daño, es crucial tomarlo en serio y buscar ayuda profesional de inmediato.
LA DEPRESION EN EPOCA ESTIVAL.
Las personas que tienen diagnosticada depresión, la han padecido en el pasado o tienen propensión a desarrollarla, deberían tener en cuenta lo siguiente cuando llega el verano:
Ante estas situaciones, es recomendable, en la medida de lo posible, seguir manteniendo algunas rutinas o actividades que nos hagan sentir emocionalmente estables e intentar seguir hábitos saludables mayormente en las comidas y en el sueño, para lo cual se recomienda:
En nuestro centro de psicología de Valencia somos especialistas en depresión.
PREVENCIÓN DEL SUICIDIO: IDENTIFICACIÓN DE FACTORES DE RIESGO.
La prevención del suicidio es un tema crucial de salud pública que requiere la identificación temprana de los factores de riesgo y las señales de advertencia. Comprender estos elementos es fundamental para ofrecer apoyo y buscar ayuda profesional a tiempo.
Los factores de riesgo de suicidio son complejos y multifactoriales, e incluyen aspectos personales, familiares, sociales y ambientales que pueden interactuar entre sí. Cuantos más factores de riesgo concurran en una persona, mayor será la probabilidad de que presente una conducta suicida.
Factores de riesgo personales:
Antecedentes de intentos de suicidio previos: Este es el predictor más robusto de suicidio consumado.
Trastornos de salud mental: La presencia de enfermedades mentales como depresión (especialmente si es grave o crónica), ansiedad, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastornos de la personalidad (límite, antisocial) y trastornos de la conducta alimentaria (especialmente anorexia nerviosa) aumenta significativamente el riesgo.
Abuso de sustancias: El consumo excesivo de alcohol y otras drogas puede desinhibir impulsos y empeorar el estado de ánimo, incrementando el riesgo.
Sentimientos de desesperanza, impotencia, inutilidad, culpa o vergüenza: Estas emociones intensas y persistentes son señales de alerta importantes.
Dolor crónico o enfermedades físicas graves: Las condiciones médicas que causan sufrimiento físico o limitan la calidad de vida pueden contribuir a la ideación suicida.
Alta impulsividad o baja tolerancia a la frustración: Dificultad para manejar emociones intensas o situaciones estresantes.
Escasez de habilidades para resolver problemas o afrontamiento saludable: La incapacidad de encontrar soluciones a las dificultades puede generar un sentimiento de estar atrapado.
Aislamiento social y soledad no deseada: La falta de apoyo y conexión con otras personas puede ser un factor de riesgo importante.
Malestar acerca de la identidad de género y/u orientación sexual: Especialmente si se ha sufrido violencia o discriminación por estos motivos.
Historial de violencia, maltrato o abuso: Haber sido víctima de cualquier tipo de violencia (física, sexual, acoso escolar/laboral) aumenta la vulnerabilidad.
Factores de riesgo familiares:
Antecedentes familiares de suicidio: La presencia de suicidio en la familia puede indicar una vulnerabilidad genética o una exposición a patrones de afrontamiento disfuncionales.
Problemáticas en la estructura y el funcionamiento familiar: Entornos familiares disfuncionales, conflictivos o poco flexibles.
Enfermedad física y/o mental en la familia: La presencia de estas condiciones en miembros de la familia puede generar estrés y dificultades.
Abuso de sustancias nocivas por parte de familiares: Un entorno familiar con problemas de adicción.
Maltrato de cualquier tipo en el entorno familiar: Exposición a la violencia o el abuso dentro del hogar.
Factores de riesgo sociales y ambientales:
Acontecimientos vitales estresantes o dolorosos: Pérdidas importantes (fallecimiento de un ser querido, ruptura de pareja), desempleo, fracaso escolar o laboral, problemas legales, dificultades económicas.
Acceso a medios letales: La facilidad para acceder a métodos para cometer suicidio (armas, medicamentos) incrementa el riesgo.
Estigma asociado a la búsqueda de ayuda en salud mental: La vergüenza o el miedo al juicio pueden impedir que las personas busquen el apoyo necesario.
Notificación inadecuada del suicidio por los medios de comunicación: La cobertura sensacionalista o glorificante del suicidio puede tener un efecto contagio.
Contexto de violencia, desastres, guerras o conflictos: Estas situaciones extremas aumentan el estrés y la vulnerabilidad.
Discriminación: Ser parte de grupos vulnerables y discriminados (refugiados, migrantes, pueblos indígenas, colectivo LGTBI, reclusos) eleva el riesgo.
Cyberbullying: La victimización a través del acoso online se asocia con un mayor riesgo de autolesiones y conductas suicidas.
Señales de advertencia (señales de alarma):
Es importante diferenciar los factores de riesgo de las señales de advertencia. Las señales de advertencia son indicadores más inmediatos de que una persona podría estar en peligro y requieren una acción urgente. Pueden incluir:
Verbalizaciones directas o indirectas sobre el suicidio:
"Quiero morirme", "ojalá no estuviera aquí", "sería mejor si no existiera".
"Soy una carga para los demás", "estarían mejor sin mí".
"No valgo nada", "mi vida no tiene sentido".
Búsqueda o planificación de medios para suicidarse:
Investigar métodos en línea.
Comprar un arma o acumular medicamentos.
Hacer un plan específico.
Despedidas o "arreglar asuntos":
Regalar pertenencias significativas.
Hacer un testamento o poner en orden asuntos legales.
Despedirse de amigos y seres queridos de forma inusual.
Cambios bruscos y extremos en el estado de ánimo:
Pasar de una tristeza profunda a una calma o felicidad repentina (esto puede indicar que la persona ha tomado la decisión y se siente aliviada).
Irritabilidad, agitación, ansiedad o ira extrema.
Aumento del consumo de alcohol o drogas: Como mecanismo para sobrellevar la angustia.
Aislamiento social: Retirarse de amigos, familiares y actividades que antes disfrutaba.
Cambios en los patrones de sueño y alimentación: Dormir demasiado o muy poco, cambios drásticos en el apetito.
Comportamientos arriesgados o autodestructivos: Conducción temeraria, promiscuidad sexual, etc.
Descuido de la apariencia personal e higiene.
Sentimiento de dolor emocional insoportable o de estar "atrapado".
Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba.
¿Qué hacer si identificas estas señales?
Si reconoces estas señales en alguien, es crucial actuar de inmediato:
Pregunta directamente sobre el suicidio: Contrario a la creencia popular, hablar del suicidio NO pone la idea en la cabeza de alguien. Al contrario, puede generar alivio y abrir la puerta a la conversación. Pregunta: "¿Estás pensando en suicidarte?" o "¿Estás pensando en hacerte daño?".
Escucha sin juzgar: Permite que la persona se exprese libremente y valida sus sentimientos. Evita sermones o minimizar su dolor.
Ofrece apoyo y no la dejes sola: Expresa preocupación y hazle saber que te importa. Si la persona está en riesgo inminente, no la dejes sola.
Busca ayuda profesional de inmediato: Contacta con servicios de emergencia, líneas de prevención del suicidio, profesionales de la salud mental (psicólogos, psiquiatras) o un médico.
No guardes el secreto: Si la persona te confía sus ideas suicidas, explícale que, si su vida corre peligro, no podrás guardar el secreto y necesitarás buscar ayuda.
Retira medios letales: Si sabes que la persona tiene acceso a armas, medicamentos u otros medios para hacerse daño, intenta retirarlos de su alcance de forma segura, o busca ayuda para hacerlo.
La prevención del suicidio es una responsabilidad compartida. La identificación temprana de los factores de riesgo y las señales de advertencia, junto con una intervención oportuna y el acceso a recursos de apoyo, pueden salvar vidas.
PSICOLOGÍA POSITIVA.
La Psicología Positiva considera que los principios de construir fuerzas internas positivas en el paciente deben estar en la base de la psicoterapia: es decir,
que la psicoterapia debe estimular en el paciente: valentía, habilidades interpersonales, racionalidad, optimismo, honestidad, perseverancia, realismo, capacidad para el placer, para poner los
problemas en perspectiva, para encontrar sentido y orientación hacia el futuro.
Mi trabajo como psicoterapeuta se centra en esta perspectiva abordando los problemas no desde la percepción clásica de la patología sino considerándolos como una oportunidad para el
cambio, el crecimiento y el desarrollo personal. En terapia mi punto de partida es considerar las emociones positivas y el potencial de las personas como factores que pueden ser preponderantes en los
períodos de crisis, considerando que las crisis son inevitables y necesarias para el crecimiento, desarrollo y madurez del individuo.
"Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad". (Winston Churchill)
Una vez detectado, tratado y superado el problema mi función será establecer junto con el paciente las bases para aprovechar la crisis como una oportunidad para un crecimiento personal de cara
al futuro. El paciente aprenderá a afrontar de forma positiva los problemas y a aprovechar las oportunidades surgidas de la superación de la crisis para desarrollarse y adaptarse a su entorno de
forma más adecuada de lo que lo hacía con anterioridad.
Mi cometido final es el de dotar a mis clientes de la mayor capacidad posible para afrontar los problemas y adaptarse a su entorno: fomentar al máximo su INTELIGENCIA
EMOCIONAL.
"Soy un militante incorregible del optimismo. Para no ser un estúpido, el optimista debe saber que el mundo puede ser un sitio muy triste. Sólo un pesimista encuentra cada día lo más nuevo. ¿Puede un hombre sensato darse el lujo de ser pesimista? Eso era un lujo para tiempos menos complicados." (Peter Ustinov)
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