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Trastorno de estrés postraumático valencia.
Trastorno de estrés postraumático valencia.

PSICÓLOGOS ESPECIALISTAS EN EL TRATAMIENTO DEL TRASTORNO DE ESTRES POSTRAUMÁTICO -TEPT- EN VALENCIA.

En nuestro centro de psicología te ayudamos a afrontar y superar el trauma y la ansiedad para llevar una vida totalmente normal con terapia psicológica basada en la evidencia científica.

El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) es una afección de salud mental que puede desarrollarse después de que una persona experimenta o presencia un evento traumático, como un accidente grave, un asalto, una guerra o un desastre natural. Se caracteriza por una serie de síntomas que pueden ser angustiantes e interferir significativamente con la vida diaria.

 

Descripción del TEPT:

Los síntomas del TEPT generalmente se agrupan en cuatro categorías principales:

  1. Recuerdos intrusivos: La persona revive el evento traumático a través de recuerdos angustiantes, recurrentes e involuntarios (reviviscencias o flashbacks), sueños perturbadores o malestar intenso al exponerse a situaciones que recuerdan el trauma. Estos recuerdos pueden sentirse tan reales que la persona cree que está experimentando el evento nuevamente, incluso con reacciones físicas como sudoración o palpitaciones.
  2. Evitación: La persona trata de evitar pensamientos, sentimientos, conversaciones, lugares, actividades u objetos que le recuerden el evento traumático para intentar disminuir el malestar. Esto puede llevar al aislamiento social y a la dificultad para participar en actividades cotidianas.
  3. Alteraciones negativas en el pensamiento y el estado de ánimo: Esto incluye pensamientos negativos persistentes sobre uno mismo, los demás o el mundo, sentimientos de culpa, vergüenza, miedo o ira, dificultad para recordar aspectos importantes del evento traumático, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, sensación de desapego de los demás e incapacidad para experimentar emociones positivas.
  4. Alteraciones en la excitación y la reactividad: La persona puede estar constantemente alerta o en guardia (hipervigilancia), sobresaltarse fácilmente, tener dificultades para dormir o concentrarse, sentirse irritable o tener arrebatos de ira, y participar en comportamientos imprudentes o autodestructivos.

Para ser diagnosticado con TEPT, estos síntomas deben durar más de un mes y causar un malestar significativo o problemas en el funcionamiento diario. En algunos casos, los síntomas pueden no aparecer hasta meses o incluso años después del evento traumático.

 

Tratamiento del TEPT:

El tratamiento para el TEPT generalmente implica una combinación de psicoterapia (terapia de conversación) y, en algunos casos, medicamentos. El objetivo del tratamiento es ayudar a la persona a procesar el trauma de manera segura, reducir los síntomas y mejorar su calidad de vida.

Psicoterapia

Varios tipos de psicoterapia han demostrado ser efectivos para el TEPT:

  • Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) centrada en el trauma: Esta terapia ayuda a la persona a comprender y cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento negativos relacionados con el trauma. Una técnica específica dentro de la TCC es la Terapia de Procesamiento Cognitivo (TPC), que se enfoca en cambiar las interpretaciones negativas del evento traumático y sus consecuencias.
  • Terapia de Exposición: Esta terapia implica exponer gradualmente a la persona a recuerdos, sentimientos y situaciones que le recuerdan el trauma, pero en un entorno seguro y controlado. El objetivo es reducir el miedo y la ansiedad asociados con estos recuerdos.

 

Es importante destacar que el tratamiento del TEPT debe ser individualizado y adaptado a las necesidades específicas de cada persona. El apoyo social de amigos, familiares y grupos de apoyo también juega un papel crucial en la recuperación. Buscar ayuda profesional de un profesional de la salud mental es el primer paso fundamental para el tratamiento del TEPT.

 

En nuestro centro somos especialistas en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático. Para concertar cita envía un Whatsapp al 600440004.

 

Resiliencia y crecimiento postraumático: el trauma como oportunidad de crecimiento y desarrollo personal.

Si revisamos lo investigado y publicado por los autores que han analizado el trauma psicológico, vemos que se han centrado práctica y únicamente en las consecuencias negativas que el suceso traumático (accidente de tráfico, presenciar la muerte violenta de otra persona, tortura, agresión sexual, catástrofe natural, ser testigo de atrocidades...) pudiera causar a las personas. Esto ha supuesto el desarrollo de modelos teóricos y tratamientos más o menos eficaces, casi únicamente referidos a las reacciones patológicas de las personas expuestas a traumas. Este enfoque de la psicología ha hecho que, precisamente, se tomen como “normales” y esperables las respuestas patológicas, como por ejemplo el trastorno de estrés postraumático (TEPT). De hecho, incluso se llega a presuponer que existe una única forma de responder ante las vivencias traumáticas de la vida: reducción del interés en actividades significativas, desapego de los demás, restricción de la vida afectiva, sensación de un futuro desolador, dificultades para conciliar o mantener el sueño, irritabilidad, problemas de concentración, respuestas exageradas de sobresalto, etc. Sin embargo, hay personas que se muestran resistentes a la aparición de síntomas clínicos tras la experimentación de un suceso traumático. Ello no quiere decir que no sufran dolor ni que no tengan recuerdos desagradables, sino que, a pesar de ello, son capaces de hacer frente a la vida cotidiana y pueden disfrutar de otras experiencias positivas (Avia y Vázquez, 1998; Seligman, 1999). Las personas resistentes al estrés se caracterizan por el control emocional, tienen una adecuada autoestima, unos valores sólidos, un estilo de vida equilibrado, unas aficiones gratificantes, una vida social estimulante, un mundo interior rico y una actitud positiva ante la vida. Hablamos de que hay personas que tienen una serie de recursos propios para poder hacer frente a los sucesos negativos vividos, superar las adversidades y aprender de las experiencias traumáticas.

 

Es ahora cuando podemos introducir el concepto de crecimiento postraumático (CPT) que hace referencia al “cambio positivo que un individuo experimenta como resultado del proceso de lucha que emprende a partir de la vivencia de un suceso traumático” (Calhoun y Tedeschi, 1999). Estos autores defienden que aunque la respuesta normal ante un hecho traumático es el dolor y las vivencias negativas, hay personas que son capaces de ver elementos positivos en el proceso de lucha que iniciaron tras el hecho (no en el suceso mismo). Sin embargo, la vivencia de crecimiento no descarta necesariamente el sufrimiento sino que puede convivir con él. Gran parte de las personas que experimentan dicho crecimiento, continúan experimentando emociones negativas resultantes de la experiencia traumática (tristeza, ira, culpa, irritabilidad,…) e incluso, como proponen Calhoun y Tedeschi (1999), es posible que para experimentar dicho crecimiento sea necesaria la coexistencia en el individuo de emociones positivas y negativas. En muchos casos, sin la presencia de estas emociones negativas, al menos en su inicio, el crecimiento postraumático no se dará. Por último, nos podríamos hacer la siguiente pregunta: ¿es posible aprender de las experiencias traumáticas?. En este sentido Tedeschi y Calhoun en una revisión de la literatura que estudia los efectos positivos de las situaciones traumáticas (violación, incesto, duelo, cáncer, HIV, infarto, desastres.........) agrupan los efectos positivos de los hechos traumáticos en tres categorías:

 

1) Cambios en la percepción que se tiene de uno mismo. Sentirse más fuerte, más reafirmado en uno mismo, con más experiencia y más capacidad de afrontar dificultades futuras. Aumento de las posibilidades de que en situaciones difíciles en el futuro se responda de una manera asertiva. La persona desarrolla una autoimagen de fortaleza, una confianza que después puede generalizarse a otra clase de situaciones, incluso traumas futuros.

 

2) Cambios en la relaciones interpersonales. Se describe que la familia se ha unido más alrededor de la desgracia. La muerte de un familiar, por ejemplo, puede hacer que la persona se acerque más al resto al darse cuenta de la importancia que tienen, de qué frágiles son y con qué rapidez pueden perderse. Por otro lado la necesidad de compartir lo ocurrido, de discutirlo y buscarle explicación puede llevar también a algunas personas a abrirse más y a compartir sentimientos cuando nunca antes lo habían hecho, a aceptar la ayuda de los demás y a utilizar por primera vez el apoyo social.

 

3) Cambios en la filosofía de la vida. Se aprecia más lo que se tiene, se valoran más los detalles, la vida a partir de la amenaza de perderla bruscamente al observar la muerte de otras personas. Un porcentaje importante de personas cambia su escala de valores, prioriza otros valores tomándose la vida de un modo más sencillo y disfrutando más de las cosas.

 

En conclusión decir que es posible abordar las consecuencias negativas que los traumas psicológicos producen en determinadas personas desde una perspectiva positiva; esto es: desde la psicología positiva, planteando tratamientos que tengan en cuenta el análisis de la respuesta al trauma como una oportunidad de cambio y crecimiento personal.

 

Javier Brotons. Psicólogo

Perfil en Psiquilink

 

 

TRASTORNOS DISOCIATIVOS

 

Los trastornos disociativos son trastornos mentales que suponen una desconexión y falta de continuidad entre pensamientos, recuerdos, entornos, acciones e identidad. Una persona que sufre trastornos disociativos escapa de la realidad de formas involuntarias y poco saludables, lo que causa problemas con el funcionamiento diario.

Por lo general, los trastornos disociativos aparecen en reacción a un trauma y ayudan a mantener los recuerdos difíciles controlados. Los síntomas, que pueden ir de la amnesia hasta las identidades alternativas, dependen, en parte, del tipo de trastorno que tengas. Los períodos de estrés pueden empeorar temporalmente los síntomas, haciéndolos más evidentes.

 

SINTOMAS:

Los signos y síntomas dependen del tipo de trastornos disociativos que tengas, pero pueden comprender:

  • Pérdida de memoria (amnesia) de ciertos períodos, sucesos, personas e información personal
  • Sensación de estar separado de ti mismo y de tus emociones
  • Percepción de que las personas y cosas que te rodean están distorsionadas o son irreales
  • Un sentido confuso de la identidad
  • Estrés significativo o problemas en tus relaciones personales, tu trabajo y otros ámbitos importantes de tu vida
  • Incapacidad para afrontar bien el estrés emocional o profesional
  • Problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, y pensamientos y comportamientos suicidas

Hay tres trastornos disociativos principales definidos en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales 5, DSM-5) publicado por la American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría):

  • Amnesia disociativa. El síntoma principal es una pérdida de memoria que es más grave que un olvido normal y que no puede justificarse por la existencia de una enfermedad. No puedes recordar información sobre ti ni sobre acontecimientos y personas de tu vida, en especial los relacionados con un momento traumático. La amnesia disociativa puede ser específica de acontecimientos producidos en un cierto momento, como combates intensos, o, con menor frecuencia, puede tratarse de la pérdida completa de la memoria sobre ti mismo. A veces puede implicar que te traslades o deambules en un estado de confusión que te aleje de tu vida (fuga disociativa). El episodio de amnesia generalmente se presenta en forma repentina y puede durar minutos, horas o, rara vez, meses o años.
  • Trastorno de identidad disociativo. Este trastorno, antes conocido como «trastorno de personalidad múltiple», se caracteriza por «alternar» diferentes identidades. Es posible que sientas la presencia de dos o más personas que hablan o viven en tu cabeza y que sientas que estas identidades te poseyeron. Cada identidad puede tener un nombre, una historia personal y características únicas, entre ellas, diferencias obvias de voz, género, tratos e incluso cualidades físicas, como la necesidad de usar lentes. También hay diferencias en cuanto a la familiaridad de cada identidad con las demás. Las personas con trastorno de identidad disociativo, en general, también tienen amnesia disociativa y, a menudo, sufren fuga disociativa.
  • Trastorno de despersonalización-desrealización. Este trastorno implica una sensación continua o episódica de desconexión o de estar fuera de ti mismo, al observar tus acciones, sentimientos, pensamientos y a ti mismo desde cierta distancia como si estuvieras mirando una película (despersonalización). Es posible que otras personas y cosas que te rodean se perciban distantes, borrosas o como en un sueño, que el tiempo transcurra más lenta o más rápidamente y que el mundo parezca irreal (desrealización). Puedes sentir despersonalización, desrealización o ambas. Es posible que los síntomas, que pueden ser profundamente angustiantes, duren solo unos momentos o que vayan y vengan a lo largo de los años.

LA CULPA DEL SUPERVIVIENTE.

 

La culpa del superviviente es un fenómeno psicológico central en el impacto emocional de la DANA en la Comunidad Valenciana, y es un tema de intervención prioritaria para los psicólogos que trabajamos para mejorar las condiciones de salud mental de las personas afectadas.

 

1. ¿Qué es la culpa del superviviente?

 

Es un síntoma complejo que forma parte de la sintomatología del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Se refiere a la alteración emocional y el intenso sentimiento de remordimiento y autorreproche que experimenta una persona que ha sobrevivido a un evento traumático (como una catástrofe natural) en el que otras personas murieron o sufrieron pérdidas graves.

Se manifiesta en dos tipos principales de culpa:

  • Culpa por la supervivencia: el sentimiento irracional de no merecer seguir vivo o estar bien mientras otros perdieron a sus seres queridos, sus hogares o incluso la vida.

  • Culpa por la acción/inacción: pensamientos obsesivos sobre lo que "podría haber hecho" o "debería haber evitado", aunque objetivamente estuviera fuera de su control (ej. "debería haber sacado el coche antes", "no hice lo suficiente para ayudar a mi vecino").

 

2. Manifestación específica en la DANA de Valencia:

 

En el contexto de la DANA, esta culpa se ha vuelto especialmente intensa debido a:

  • Pérdidas comunitarias: muchos supervivientes se salvaron mientras sus vecinos, amigos o familiares sufrieron consecuencias fatales o pérdidas materiales totales. La cercanía del peligro intensifica la sensación de responsabilidad.

  • Traumas extremos: testimonios de supervivientes (como la madre que tuvo que soltar a uno de sus hijos para salvar al otro) reflejan dilemas y situaciones límite que generan una culpa "podrida" e irracional de enorme intensidad.

  • Revivir la situación: el superviviente revisita constantemente el pasado, fantaseando con haber actuado de manera diferente, lo que lo desconecta de la realidad y consume su energía emocional.

 

3. Abordaje psicológico y herramientas terapéuticas:

 

Los psicólogos de emergencia que intervinieron en la zona han tenido que abordar esta culpa desde el inicio. La estrategia se basa en:

  • Validación y normalización: explicar al afectado que el impulso de supervivencia es una respuesta automática y natural del organismo, no un fallo moral. Se valida el dolor y la culpa ("es lógico que se sienta así"), pero se le ayuda a ver que su reacción fue de autoprotección.

  • Escucha Activa y acompañamiento: la clave es escuchar y sostener el sentimiento de culpa sin intentar "solucionarlo" o "apagarlo" inmediatamente con frases hechas ("no es tu culpa"). Intentar quitar la culpa a toda costa es un error común que puede generar más rechazo.

  • Técnicas de reprocesamiento: utilizar herramientas terapéuticas (como las de la TCC o terapias centradas en el trauma) para ayudar al paciente a reinterpretar los recuerdos de una manera más amable, facilitando que el conflicto emocional encuentre resolución.

  • Fomentar la reconstrucción: promover la autoaceptación y canalizar esa energía negativa hacia la resiliencia y la reconstrucción, permitiéndole a la persona liberarse de la carga emocional para seguir adelante.

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